
Cada año, durante la International Fraud Awareness Week, se enciende un foco global sobre la amenaza que representa el fraude digital. Y este año no es la excepción: según datos recientes, las víctimas reportaron pérdidas superiores a 12 500 millones de dólares en 2024, un aumento del 25 % respecto al año anterior, de acuerdo con la Federal Trade Commission.
Pero ¿y si dijéramos que la clave no es solo evitar fraude, sino construir confianza digital como mecanismo de defensa? Porque una infraestructura financiera que inspira y demuestra confianza es, por sí misma, un muro más alto frente al fraude. En este artículo exploraremos cómo la trazabilidad de procesos, la infraestructura segura y la gobernanza tecnológica se convierten en armas estratégicas para protegerse hoy — y para liderar el mercado mañana.

El nuevo rostro del fraude digital
El entorno del fraude se está redefiniendo. No se trata únicamente del phishing tradicional o del robo de tarjeta: hoy los atacantes emplean IA generativa, deep fakes, ingeniería social muy afinada, e incluso phishing as a service que automatiza ataques. Por ejemplo, en enero de 2024, una empresa con base en Hong Kong fue víctima de un deepfake que simuló una videollamada con altos directivos, lo que provocó la transferencia de unos 25 millones de dólares. Otra señal de alerta es que la cantidad de registros de tarjetas y cheques robados publicados en la red aumentó drásticamente en 2024: 269 millones de registros de tarjetas y 1.9 millones de cheques bancarios en EE.UU. fueron comprometidos.
Estas cifras ilustran dos hechos clave: uno, que el fraude digital es cada vez más sofisticado; dos, que no basta con reaccionar: la confianza debe construirse antes, durante y después de la transacción.
Confianza digital: el blindaje invisible
Para los que ya estamos dentro de la industria, sabemos que “confianza” no es una palabra de marketing, sino un activo estratégico. Y en ese sentido, la confianza digital se cimenta en tres pilares:
1. Procesos trazables
Cada transacción, cada autorización, cada acceso debe tener un rastro claro, auditable, verificable. La trazabilidad no sólo permite investigar cuando algo va mal sino prevenir cuando algo se está gestando mal. Esto es especialmente relevante frente al fraude interno o inside job que sigue siendo una de las amenazas más subestimadas.
2. Infraestructura segura
Una API expuesta, un token que circula sin control, un login débil: cualquiera de estos puntos se convierte en una puerta de entrada. La infraestructura segura —que incluye autenticación multifactor, tokenización, segmentación de redes, monitoreo en tiempo real— es la base sobre la que se construye la resiliencia. Como muestra el informe The Global Fraud Report 2024, el 96 % de los profesionales de fraude ya considera que la industrialización del fraude es la mayor amenaza.
3. Gobernanza tecnológica
Aquí no basta con tener tecnología, sino con gestionarla: políticas claras, roles definidos, interoperabilidad con terceros, estándares de cumplimiento, actualización permanente. La gobernanza tecnológica es el sistema nervioso que conecta los procesos trazables con la infraestructura segura, de modo que el sistema funcione como un todo, no como piezas separadas.
Cuando estos tres pilares se integran procesos trazables, infraestructura segura y gobernanza tecnológica, la confianza deja de ser una promesa y se convierte en un sello funcional. Y ese sello es una forma activa de defensa frente al fraude digital.

Construir confianza también es innovar
Para las entidades financieras, fintech y ecosistemas de open finance, la evolución ya no es opcional: la transformación es urgente.
- Pasar de la prevención reactiva (detectar fraude cuando ocurre) a la confianza proactiva (diseñar servicios que desde su génesis generen confianza) es un cambio cultural.
- Iniciativas como la tokenización de identidades digitales, flujos de onboarding más inteligentes y seguros, y la compartición controlada de datos entre actores de la cadena de valor, permiten que el cliente y el ecosistema financiero perciban un nivel de seguridad superior.
- Por ejemplo, en mercados latinoamericanos emergentes, hay un reto extra: la combinación de mayor crecimiento digital y menor madurez regulatoria implica que la ventaja competitiva del mañana recaerá en quien hoy construya prácticas de confianza replicables y trazables.
Conclusión prospectiva: 2026 y más allá
De cara a 2026, un dato: según proyecciones de ciberseguridad, el coste global del cibercrimen podría alcanzar los 9.5 billones de dólares en 2024 y seguir creciendo. ¿Qué significa esto para nuestro sector? Que el fraude no va a desaparecer, lo que va a cambiar es quién gana la carrera de la confianza.

Para 2026, las instituciones que lideren serán aquellas que:
- puedan demostrar trazabilidad completa de sus procesos,
- mantengan una infraestructura verdaderamente resistente,
- y gobiernen la tecnología con transparencia y agilidad.
En ese escenario, si un cliente pregunta: ¿por qué elegirte a ti? no basta con decir: tenemos buena seguridad. La respuesta debe ser: tenemos una arquitectura de confianza donde cada operación está diseñada para estar protegida desde su origen. Y en esa lógica, construir confianza digital se convierte en la mejor defensa y en un diferenciador competitivo.
Durante esta International Fraud Awareness Week, te invitamos a reflexionar: no se trata sólo de detener el fraude, sino de construir un ecosistema donde la confianza digital sea el perímetro más firme. Y en 2026, quienes lo hayan construido estarán un paso adelante.
En Conecta, impulsamos esa transformación desde la seguridad, el cumplimiento y la infraestructura que protege cada transacción. Conoce cómo fortalecemos la confianza digital en el sistema financiero y contáctanos