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Cuando una institución financiera decide implementar la tecnología a sus procesos con el objetivo de hacerlos más eficientes y seguros, ya sea para maximizar los resultados y/o reducir esfuerzos, se le conoce como transformación digital.
Considerando que el sector financiero ha tenido un fuerte crecimiento de adopción de la tecnología en los últimos años, entre otros factores, todas las instituciones financieras están destinadas a digitalizarse y comenzar a adoptar nuevos modelos de negocio 100% digitales en el corto plazo, de lo contrario su destino será desaparecer.
Sin embargo, los directores generales de las instituciones financieras tienen la responsabilidad de decidir el camino que quieren recorrer para alcanzar la digitalización.
Uno de los caminos más naturales por el que casi todas las instituciones financieras comienzan, es aquel donde una fuerza externa los obliga a digitalizarse. El ejemplo más común es la regulación, este marco normativo intenta garantizar un nivel básico de digitalización con el propósito de brindar seguridad a todas las operaciones que se realizan.
Cuando cualquier fuerza externa te obliga a digitalizar, tomarás el camino con más peligros e incertidumbre, debido a que las instituciones financieras solamente están enfocadas en cumplir con un checklist regulatorio para que las autoridades les concedan el permiso para poder operar.
Esto significa, que en este punto, la mayoría de veces la implementación de la tecnología se considera como un gasto en lugar de considerarlo como una inversión que a futuro dará beneficios. Por lo tanto, la decisión entre usar una tecnología y otra, o incluso elegir a un proveedor se toma considerando solamente el costo. El resultado a largo plazo de esta decisión es una deuda tecnológica muy grande, lo que se traduce en una pérdida de millones de pesos por tener tecnología abandonada que no se utilice.
Por otro lado, cuando la transformación digital de una organización se considera como parte de las estrategias de crecimiento permite que se alcancen los objetivos del negocio más rápido, con mayor tasa de éxito y con menor cantidad de recursos.
Para lograrlo, las instituciones financieras deben ser capaces de desarrollar un pensamiento digital que involucre la tecnología como un pilar fundamental para construir sus negocios, es decir, crear y diseñar los productos digitales por ellos mismos para que alcancen cualquier objetivo estratégico del negocio.
A manera de ejemplo, podríamos suponer que si una institución financiera tiene la necesidad de crecer y llegar a más zonas del país para brindar sus servicios, es completamente válido pensar en abrir nuevas sucursales físicas en las zonas a las que quiere llegar. Esto implica comprar o rentar algún inmueble, acondicionarlo, invertir en personal, seguridad etc.
Otra alternativa, es considerar la tecnología como el recurso principal, es decir, lanzar una aplicación de Banca Móvil que brinde la capacidad de abrir una cuenta bancaria desde cualquier lugar para que las personas no tengan que acudir físicamente a las sucursales a realizar trámites burocráticos. Esta alternativa, implica invertir dinero para diseñar el producto, desarrollarlo y darle mantenimiento.
En contraste, se puede observar que la principal diferencia es que una sucursal física servirá únicamente para la zona geográfica donde se instale, sin embargo la aplicación móvil tiene la capacidad de romper esta barrera y permitirá cubrir mayor territorio.
A manera de conclusión, podemos afirmar que la tecnología es una herramienta muy poderosa para que los directores generales de las instituciones financieras puedan generar estrategias innovadoras que les permitan tomar mejores decisiones.